Durante los últimos diez años he realizado cinco Laboratorios de Experimentación Artística (L.E.A.), en estas propuestas artísticas comunitarios se han planteado muchos ejercicios artísticos. Con el tiempo, estos ejercicios se han enriquecido tanto con las experiencias vividas en los laboratorios como con mis propias vivencias.

Paralelo al desarrollo de los laboratorios artísticos he tenido la posibilidad de estar muy en contacto con la naturaleza, apartado del bullicio de la ciudad donde viví por varios años. Este cambio de estilo de vida me ha brindado la oportunidad de darme cuenta que ese bullicio y el acelere de la vida citadina, nos producen la sensación de que nos falta tiempo para de-tenernos y encontrar riquezas que como seres humanos tenemos, pero han sido opacadas por los ritmos de vida; como la capacidad para hallar el equilibrio entre fuerzas contrarias, que nos permite por ejemplo encontrar, en medio del estrés, momentos para conocer y conocernos más a nosotros mismos y a los otros.

El silencio, la soledad y la tranquilidad han permitido enfocarme en el autoconocimiento; en este proceso he encontrado una serie de herramientas que me ayudan a mantener viva la curiosidad: el gran secreto del descubrimiento y el aprendizaje. Esto ha permitido enriquecer la creación de los ejercicios que se presentan a las personas que participan en los L.E.A.

De aquí surgen los cursos de arte que inicialmente se plantean para llevarse a cabo como actividades complementarias en diferentes escuelas y colegios del país.